
acerca de LOS abuelOS
Mirta
videla
Los adultos mayores
El refrán popular de “viejos son los
trapos”, es con lo que suelen responder las personas mayores tratadas como
tales. La cultura imperante en este siglo y la mitad del siglo pasado, colaboró
en describir a la gente de edad como seres torpes, inferiores, indefensos,
incapaces de creatividad o entusiasmo y absolutamente carentes de pasiones. Si
el lenguaje dice de nuestros valores y sus significantes, el mejor ejemplo de
ello es el diccionario Salvat, que considera como sinónimos a “vejez,
ancianidad, senectud, senilidad, decrepitud, longevidad, caducidad, chochez,
vetustez, ocaso y decadencia”. Todo esto responde a una sociedad donde el valor más preciado es la juventud,
identificada con fuerza, potencia ilimitada, eficacia e inmediatez.
Aunque existen intentos de propuestas
diferentes, aun es bajo el volumen necesario para levantar voces que recuerden
que el transcurso de los años también conlleva mayor paz y serenidad,
tolerancia, ternura, sabiduría, crecimiento interior, enormes posibilidades de amores
no posesivos, capacidad reflexiva hacia sí mismo y los demás, desapego
material, simplicidad voluntaria en el estilo de vivir, profundidad,
creatividad y mucha paciencia.
Desde la perspectiva social actual los
mayores están excluidos de la dinámica familiar cotidiana, como también
despojados de protecciones adecuadas en salud pública, castigados en los
sistemas privados con aumentos arbitrarios de sus aportes por la edad, de
jubilaciones y pensiones humillantes, marginados de los espacios sociales,
descalificados en su saber natural, con lo cual es natural que se retraigan y
se enfermen más, y se desapeguen de la vida prematuramente.
Es común que esto los arroje hacia los más
oscuros laberintos de la miseria humana, la que no queremos reconocer cuando
nos muestran las imágenes de los geriátricos o las escenas del deterioro mental
de los psiquiátricos para ancianos. Es muy difícil pelear y ganar la batalla
contra el “arrinconamiento” emocional con que castigamos a nuestros mayores.
Pero es necesario, para seguir viviendo con dignidad, que dejen de sentirse
socialmente desvalorizados y físicamente inservibles.
Es bueno que hablemos sinceramente acerca de
la realidad y el mito del deterioro de las personas de edad avanzada, los
reales o potenciales abuelos. Los estudios vinculadas al deterioro de
capacidades intelectuales en la senectud no son acertadas ni bien
fundamentadas. Se acepta que hay un mantenimiento de todas las funciones
intelectuales y afectivas hasta los 60 años, pequeñas disminuciones desde los
75 años y algunas pérdidas a partir de los 80 años. Aunque algunas “averías” se
producen, las causas determinantes y las predisponentes son muy variadas y
absolutamente subjetivas. Se envejece como se ha vivido y eso es diferente en
cada persona, resultado de cada historia,
cada biografía particular. Llegamos al final el camino según como lo
hemos transitado.
Para las personas que tuvieron una vida
intelectual activa, es doloroso advertir que se acostumbra a valorar solo la
inteligencia en los mayores y en muy pocas ocasiones se destaca el valor de la
experiencia y la acumulación de conocimientos, que se denomina saber y les
otorga la ineludible categoría de sabios. La capacidad intelectual se
correlaciona con las relaciones sociales y con los afectos, resultando con
frecuencia nada fácil valorarlo, porque por lo general “lo esencial es
invisible a los ojos”.
Las personas mayores necesitan aprender a
vivir con la realidad de lo que poseen, renunciando al afán joven de buscar
cada día poseer algo más. Posiblemente nunca mejor momento como para sumarse al
movimiento denominado como “simplicidad voluntaria”, que propone y promueve
vivir con el menor consumo y la mayor paz y placer posible, sólo que por una
razón evolutiva estos son tiempos en realidad de “austeridad necesaria”, sobre
todo en nuestro país.
Dicen que los mayores son el tiempo que les
queda por vivir. Pero cuando pasan los sesenta, es muy difícil vencer la
epidemia de bulimia emocional que les ataca. La conciencia del tiempo que se
acaba, por momentos desencadena brotes de melancolía, de oscuros pensamientos
con los que abruman a los demás, especialmente a los hijos y nietos .Se hace
necesario rescatarlos y volver a sacarle lustre a los tiempos hermosos vividos
y también sacarle viruta a la ruta por la que aún transitan pudiendo vivir
otros semejantes.
La gente mayor suele encerrase en “su casa”,
con sus objetos que representan cada momento del tiempo pasado y ya vivido.
Otros siempre encuentran algo para hacer dentro de las cuatro paredes, en este
refugio que los mantiene como en proyecto permanente. Las mujeres suelen
comentar entre ellas “siempre hay algo para arreglar en la casa”. Hay un proverbio
turco que afirma “en la casa terminada
es donde se deja entrar
a la muerte”.
Los mayores se hacen abuelos.
Lo único que revitaliza la posibilidad de
seguir experimentando anhelos, los impulsos que quedan, ese “todavía” de cada
uno para seguir esperando con ansiedad la plenitud soñada y continuar
encendiendo el motor del deseo inconsciente, es el momento en que nos comunican
que seremos abuelos. Precisamente porque la abuelitud es la hora de prolongar
el tiempo propio y la energía renovada,
se trata del maravilloso encuentro entre la piel de elefante y la piel de durazno, de los
enanos en los hombros de gigantes. Así y de ninguna otra manera renovamos la
potencia que nos mantiene en la carrera de nuestra existencia inevitablemente
finita.
Pero no todos acceden de la misma forma, hay
algunas personas mayores que no pueden vivirlo de esta manera y les invade un
sentimiento de involución o decadencia cuando saben que serán abuelos.
Ser abuelos es una nueva situación vital,
casi un nuevo status al que hay que asumir superando ambivalencias y
contradicciones, posiblemente tan fuertes como las que conllevara el ser
padres. El primer intento es querer ser padres de nuevo y disfrutar con
nuestros hijos, quizá ya un poco alejados, de los nietos, recordando o imitando
nuestra propia paternidad o maternidad.
La calidad de esta etapa de “abuelitud
senescente”, dependerá del cómo se han vivido todas las etapas vitales, porque
se envejece según como se ha vivido, de la misma forma que se ama según la
forma en que fuimos amados. Para el psicoanalista Edgardo Rolla, un "viejo
es aquél que anuló si capacidad de aprendizaje y que solo se conecta con el
mundo a través de la enfermedad, a diferencia del senescente, en que su tercera
edad es un período más de la vida y representa un continium, porque se envejece
como se ha vivido”.
Ser abuelos no es sinónimo de ser viejos,
decrépitos ni inservibles, sino senescentes, es decir personas mayores en plena
actividad y con capacidad de proyectos y aprendizaje de situaciones nuevas.
Todo ello pese a que nuestra memoria inmediata es un poco más frágil, pero
agudizada la histórica, que nuestra visión requiere de algunos retoques, la agilidad ya no permite acrobacias y a
veces tenemos disminuida la audición. Pero hay un cúmulo de experiencias, de
saberes cumulados, de sentimientos desbordantes, todo y más para ofrecer a los
retoñitos nuevos de nuestro árbol familiar.
Las personas mayores deben aprender a ser
abuelos tanto como los jóvenes a ser
padres, porque nadie nace sabiendo una función, que se basa en un sentimiento y
la practica de ese rol.
Toda la familia necesita
además conocer las necesidades y derechos de los abuelos de la familia, como
también desarrollar conductas que favorezcan su activa y sana participación en
el papel como tales.
Las personas mayores necesitan mantener su
autonomía en su propio espacio vital, por pequeño que sea pero propio. Esto significa que disponga de
un tiempo para sus intereses, trabajos, amistados y afectos extrafamiliares,
tratando de no transformarse en abuelos full time.
Uno de los malentendidos frecuentes suelen ser
la necesidad de los abuelos de proponer sus formas de crianza y educación hacia
los nietos, sin advertir que son los padres quienes deben decidirlo. Esto es
motivo de roces y enfrentamientos, por general
evitables, si se puede entender que lo único que no puede ser
transplantado en la vida humana, es la experiencia. Los padres jóvenes deben
hacerla y es propia, particular y no puede ser igual a la de sus padres, en
este caso abuelos. Generalmente las madres en puerperio están con sus defensas
bajas y la autoestima poco sólida, por lo que les cuesta a veces tolerar las
intromisiones bien intencionadas de madres y suegras. Más adelante se aconseja
no desautorizar ni descalificar a los abuelos delante de los nietos, ya que
este modelo se inscribirá en el psiquismo de esos niños, futuros padres y
también algún día abuelos.
Los abuelos no educan ni normatizan a los
niños, esa es una función paterna. En todo caso solamente sostienen lo
establecido por los padres, aunque no concuerden con ellos, buscando no generar
mensajes contradictorios hacia los niños, razón básica de conflictos posibles
en su salud mental.
Existen circunstancias especiales por la que
los abuelos deben hacerse cargo inevitablemente de sus nietos. Muchas veces la
causa es la ausencia de uno o dos de los progenitores, por causas traumáticas,
como muerte, cárcel, enfermedad
postrante o desaparición forzada. Nuestro país sabe muy bien de la lucha
incansable de esas Abuelas (con mayúscula) de pañuelos blancos que fueron
despojadas de sus hijos desaparecidos y sus nietos apropiados, a los que van
recuperando poco a poco. Serán por siempre un símbolo nacional e internacional
del amor de las abuelas hacia sus nietos, a los que no les dieron la vida pero
les recuperaron la identidad.
Funciones acordadas de los
abuelos.
En términos generales se considera que la
abuelitud posee dos grandes áreas del desenvolvimiento:
1.Función lúdica y recreativa.
Se trata de la segunda oportunidad para vivir
lúdicamente una relación con niños. Precisamente la que no se puede mantener
con los hijos, en razón de la tarea de educar, trasmitir valores y poner
límites .Esto debe acompañarse del derecho a un espacio vital propio y adecuado
para los abuelos, donde los juegos no pongan en riesgo a ninguno.
A veces los adultos tienden a tratar a los
abuelos, personas mayores por lo general, como si fueran chicos con la excusa
de que “chochean”. Esto enoja y descalifica a los abuelos frente a sus nietos.
En lugar de ello siempre se recomienda que los padres no dejen que los nietos
se pasen en sus demandas de juego, más allá de las posibilidades reales de sus
abuelos. Por ejemplo una visita semanal al zoológico es importante, pero más de
esa frecuencia es agobiante. Dar de comer a los gansos es divertido pero correr
tras ellos arrastrados por sus veloces nietitos, posiblemente ya no lo
sea. Muchos nietos se transforman en
tiranos de sus abuelos.
La recreación más adecuada entre nietos y
abuelos son los juegos de mesa, los que impliquen creatividad gráfica,
plástica, musical, narrativa, teatral y muchos otros de acuerdo a las aptitudes
de cada uno. Será difícil que un niño se
olvide los paseos al zoológico y los momentos en que la abuela los disfrazaba o
maquillaba. También los paseos al cine, al teatro, las masas con harina, la
plastilina de colores y la cantidad de
pegatinas y figuritas que les compraban.
2.Transmisión de la memoria y
adquisición de nuevos saberes.
Los padres no poseen tiempo suficiente para
sentarse a contar muchas historias. Pero demás no son poseedores de ese tesoro
que conforma la memoria del pasado, precisamente porque son más jóvenes. A
ellos mismos les resuelta “pesado” el padre que les relata todo lo de antes,
pero no pasa lo mismo con los nietos, que se sienten fascinados con las
biografías y anécdotas que les cuentan sus abuelos. Sus antepasados pasan a ser
otros héroes o superhéroes, como las de todos los cuentos que les leen sus abuelos.
Pero al experimentar que ellos son sus parientes y que llevan sus genes y
mensajes sanguíneos, los coloca en un éxtasis indescriptible.
Los abuelos son un libro abierto, hablado
pero no escrito. Gracias a que ellos facilitan su lectura a los nietos, es que
se transmite, se conserva y se preserva la cultura de la cual ellos forman
parte..El espacio del dialogo sobre datos familiares o históricos, estimula el
aprendizaje juntos, de los abuelos y sus nietos, de conceptos nuevos para las dos generaciones. Esto favorece el
reconocer en los abuelos la capacidad de seguir creciendo en aprendizajes, no
limitando sus capacidades a solo el relato o acumulación de datos de lo que fue historia. Los abuelos son
también así estudiantes y este aprendizaje y constructores de un
reloj de la vida entre abuelos y nietos, una autentica construcción compartida
de la historicidad.
La transmisión de los abuelos
de experiencias, situaciones vividas y recuerdos diversos de otras épocas y de
otras geografías (en ocasiones muy diferentes y lejanas)les facilita a los
nietos en penetrar en universos no vividos y adueñarse de la memoria del
pasado.
Los abuelos muestran fotos que ellos piden
volver a observar una y mil veces, sin advertir que están recibiendo el
patrimonio del pasado, insertándose en una genealogía de la que forman parte.
El árbol familiar tiene un nuevo retoñito, que está comprendiendo esto de “ser
parte de”, el sentimiento de pertenencia que solidifica la subjetividad.
Los nietos les muestran a sus abuelos los vericuetos de las tecnologías
últimas, los hechos nuevos y desconocidos para las personas mayores. Se produce
de esta manera un aprendizaje intergeneracional, netamente vincular, de ida y
vuelta como los describían José Bleger y Enrique Pichon Riviere .Concordemos en
que la vida es un aprendizaje permanente y cuando esto ya no es posible
acontece la muerte. Alguien dijo que después de ser paridos, crecemos y
maduramos porque tenemos raíces, en base a las cuales somos empujados hacia
arriba y sostenidos desde abajo. Esa es le mecanismo del desarrolla de la vida
y las generaciones.
Es posible que acontecimientos actuales como
la globalización, las guerras por poder y dinero, los genocidios ideológicos,
las amenazas del cambio global de temperatura terrestre, los cambios en los
usos sexuales, el bastardeo de los Derechos Humanos, los abusos y explotaciones
de todo orden, las modificaciones, amputaciones y ampliaciones familiares y
otros temas, vayan cambiando a la humanidad. Pero hay hechos certeros e
inamovibles, uno de ellos es que siempre habrá abuelos y nietos, un vínculo de
mutuo amor, aprendizaje y crecimiento desde el inicio hasta el final de la
existencia humana.
Dentro de las variables e los
comportamientos familiares, suele pensarse que “todo tiempo pasado fue mejor” y
los abuelos opinar “en mis tiempos si que se hacían bien la cosas con los
hijos”. Esto se contrapone, con las versión clásica de: “las ideas de la abuela
son anticuadas y absurdas”.
Estos frecuentes malentendidos desencadenan
enfrentamientos, resentimientos y grietas profundas en las relaciones
intergeneracionales. Por esta razón hace más de cuatro décadas que venimos
realizando los “encuentros multifamiliares” o los “encuentros con los abuelos
primerizos”, dentro de los clásicos cursos de preparación para el parto.
Situaciones familiares
especiales de los abuelos.
1.Madres que
delegan” su función en sus madres o suegras.
La maternidad sitúa a la mujer con procesos
de consolidación en su identidad de género, especialmente con las funciones
maternales experimentadas en su crianza con su propia madre. Se llega a ser
madre según fueron con uno mismo. Se ama en gran parte con la calidad del amor
recibido.
Muchas mujeres asumen su maternidad con muy
poca madurez para desempeñarla. Les es imposible aceptar que el hijo gestado es
Otro ser humano, diferente a ellas mismas, con deseos, necesidades y derechos
peculiares, de los que debe dar cuenta y responder adecuadamente. Esto es
independiente de la edad evolutiva, porque hay madres adolescentes complemente
maduras para serlo y hay mujeres adultas con absoluta falta de aptitud para el
maternaje.
Sin incluir acá el tema del abandono, que
hemos desarrollado en otros trabajos con amplitud, deberemos decir que la madre
inmadura que delega totalmente el cuidado y educación de su hijo, en otras
mujeres mayores de su familia, está también abandonando en cierta forma al hijo
gestado. Esto se refiere a mujeres que no trabajan ni tienen necesidad de
ocupar su tiempo en nada fuera de su hogar y sus hijos, pero que sin embargo
“depositan” a sus hijos con sus abuelas.
Generalmente esto sucede con abuelas que no
son consultadas previamente y sus hijas o nueras disponen de sus vidas y sus
tiempos de manera arbitraria. El rol de la mujer ha cambiado en los últimos
decenios, ya no está confinada por prohibición a las actividades extra
hogareñas, pero esas mujeres que comenzaron esa autentica revolución de género,
hoy son las abuelas que reciben a sus nietos sin ser consultadas o escuchadas.
Antes la esperanza de vida de las mujeres no
superaba los cuarenta y cinco años, hoy estamos llegando a casi los noventa y
muchas con plena claridad y capacidad mental, social y afectiva. La vida de las
mujeres ha cambiado, pero muchas madres jóvenes siguen decretando la jubilación
social y sexual de sus madres, para que se ocupen de sus propios hijos.
Arbitraria e injusta visión de la vida familiar, por cierto.
Muchos países, como el nuestro, carecen de
los jardines maternales y guarderías necesarias, para hacerse cargo
profesionalmente y adecuadamente, de los niños cuyas madres deben trabajar. En
esos casos son los abuelos, especialmente las abuelas, quienes se hacen cargo
totalmente del cuidado y de la educación de los nietos. Pero no podemos negar
que esto es un sobre esfuerzo en una función para la cual ya no se pueden
desempeñar. No tienen la fuerza corporal, la elasticidad muscular, el sostén
óseo, la atención permanente, los conocimientos actuales indispensables, el
tiempo para el sueño y el descanso adecuado para su edad, la salud impecable y
por sobre todas las cosas el deseo de vivir su propia vida de adulto mayor, con
derecho a todos los afectos y placeres, que no son solamente los de ser
abuelos.
Algunos autores han dado en llamar a estos
hechos como el “síndrome de la abuela esclavizada”, posiblemente en resonancia con aquella madre
sacrificada y abnegada que vivía “para” y “por” sus hijos.
Trabajamos con las parejas jóvenes en grupos
antes del nacimiento, ayudándoles a no olvidar donde empiezan sus necesidades y
acaban las de sus padres mayores. La razón de que los abuelos no se quejen ni
protesten, les parece que siempre es estar contentos de estar con sus nietos
todas las horas de todos los días de la semana, pero esto no quiere decir que
deba asumir un rol que ya hizo y que ahora le corresponde a los padres .No
pueden ni deben hacerlo. No les hace bien a los niños, a los padres ni tampoco
a los abuelos. Con excepción de casos de extrema necesidad.
Es diferente ayudar o colaborar cuando se lo
requiere o necesita. Otra diferente asumir el rol de” padres abuelos”.Tarde y
temprano aparecerán los mal entendidos, las contradicciones o las desmentidas
en los mensajes de ambas generaciones y quienes pagarán los platos rotos de
estos errores, serán los niños así verdaderamente “mal criados” por sus padres.
2.La omnipotencia de los
“superabuelos”.
Veamos ahora la perspectiva de estos abuelos
que aceptan sin decir ni mu, el papel falso de padres de sus nietos,
postergando sus propias necesidades a un extremo total.
Observamos esta conducta en algunos adultos
mayores jubilados o que nunca trabajaron o no tienen nada que hacer con su
tiempo libre, que se sienten perdidos frente a la exogamia natural de los
hijos. No solo les ataca el “síndrome del nido vacío” sino de la absoluta falta
de sentido a sus vidas, que no pudo ser desarrollada en horizontes más allá del
trabajo y los hijos. Como no lograron
retener a los hijos, depositan en el rol de los superabuelos full time, sus
necesidades afectivas no satisfechas.
Una persona mayor necesita de sus pares,
personas de su misma generación, con quienes por lo general elogia o se queja
de sus hijos o se lamenta de sus molestias de la edad, sabiendo que será bien
entendido y no censurado. También necesita compartir experiencias semejante de
ocio y tranquilidad, sentirse querido, acariciado, amado, atendido, mimado y
escuchado aunque repita mil veces las mismas cosas. Nada de esto es posible
cuando su omnipotencia les lleva a querer ocuparse de los nietos todo el día y
situarse en el lugar imaginario de volver a ser padres.
Las personas de edad avanzada suelen caer en
esta trampa. Porque viven el jubilarse como el morirse y al sentirse inútiles e
improductivos, sin su lugar en el mundo de reconocimiento social, buscan en
esta función de superabuelos el objetivo final de sus vidas. Gran error, sobre
todo si sus mismos nietos soportan esta carga y esa enorme responsabilidad.
También una gran frustración cuando este vinculo de extrema dependencia con sus
nietos, se rompa al crecer los mimos y alejarse.
Florencio Escardó me decía cuando corregía los
originales de mi primer libro que prologó en 1973 “ahora las abuelas ya no son
material disponible a voluntad para sus nietos, porque tienen sus propias
actividades personales y sociales y
desean seguir disfrutan de sus vidas y de sus posibilidades de dicha como mujeres”.
Tenía mucha razón.
Los nietos lejanos, imaginaria
y dolorosa abuelitud.
Las relaciones familiares se sustentan en la
construcción de proyectos compartidos y de ilusiones mutuas. Si agregamos a
esto la versión acerca de “el amor se hace de presencias y se agota con las
ausencias”, podremos llegar melancólicamente hacia el refranero que nos segura
“partir es morir un poco”. Esto es verdad en parte, porque quien se va, al
retornar ya no será el mismo, pero no podemos mantener congelado al que parte,
como construcción retentiva de nuestro imaginario. De la misma forma que el
emigrado supone que todo quedó detenido en el tiempo cuando el se fue. Son
ambos mecanismos de defensa frente a la angustia que genera el dolor por las
pérdidas.
Es necesario procesar el duelo por el que
emigró y también éste aceptar que ha dejado a su país y que ya no volverá a ser
el mismo .Se requiere tener agallas y un amor suficiente como para vincularnos
con los hijos lejanos y con nuestros nietos de otra nacionalidad, hasta
hablándonos en otros idiomas. Ellos
necesitan instalarse y adaptarse al nuevo lugar, las nuevas costumbres, otras
culturas y otros códigos sociales.. Pero esto no es posible si se sienten
culpabilizados y arrastrados hacia lo que dejaron atrás, sobre todo si lo
hicieron por decisión propia y no por emigración forzada para salvar la vida
del hambre o la persecución ideológica o política.
Vivimos en un país construido sobre
movimientos emigratorios internos y externos. Nunca hemos sido compartimentos
estancos ni tierra firme de un solo horizonte, salvo la de los habitantes
originarios que también debieron ir y venir dentro de este extenso país, para
poder sobrevivir o arrastrados para ser explotados.
La emigración es un reto para todos sus
implicados, los que se van y los que se quedan, como también los nuevos que
nacerán lejos, los nietos. Se comprueba hasta donde se puede tener capacidad de
adaptarse a situaciones nuevas, tanto del que se va como del que se queda. Este
desarrollo de capacidades yoicas, debe hacerse procesando de a poco este
cambio, aunque algunos buscan grupos de autoayuda, que no hacen mas que
reforzar el duelo, convirtiéndolo en un síntoma lloroso y melancólico.
El vinculo abuelos nietos,
debe ser alimentado a pesar de la distancia, con una mayor responsabilidad en el rol de transmitir la
memoria. Esta vez será además enseñar la historia nacional y regional, informar
acerca de la cultura y la biografía del
hijo emigrado, progenitor de los nietos. Construir álbum de fotos, llamar
periódicamente por teléfono, escribir y enviar correos electrónicos, enviar
pequeños regalos, es una forma de mantener en los nietos la presencia del amor
de los abuelos distantes.
Los abuelos ante la ausencia incontrolable de
esta rama familiar, con frecuenta se vuelcan hacia otras ramas de ese tronco,
parientes con los que no se veían, actividades abandonadas y visitas a lugares
y actividades recreativas. Porque se aconseja transformar esta ausencia en una
posible fuente de energía, que motorice hacia la realidad de lo posible.
Prevención de conflictos
familiares: grupos de encuentro familiares
Hace varias décadas comenzamos
a realizar “Encuentros multifamiliares” con
equipos interdisciplinarios de Preparación Integral para la Maternidad.
Aquello resulta una experiencia maravillosa que reune a muchas personas, entre
las parejas primerizas y sus padres, hermanos mayores y otros integrantes de la
familia, la consigna era que invitaran a todo el que tenía influencia directa
sobre el recién nacido por llegar. Nuestra innovación marcó un hito con los
clásicos cursos de preparación al parto o del parto sin temor o sin dolor.
Habíamos introducido la dimensión social y familiar en el acontecimiento del
nacimiento humano.
Desgraciadamente el terrorismo de estado que
sobrevino en nuestro país en 1976, llevó a transformar en sospechosa nuestra
actividad para los halcones de la muerte. Eran “reuniones raras” de muchas
personas y todo eso estuvo prohibido bajo el riesgo de ser considerado como
subversivo y poner en peligro nuestra libertad o nuestra vida. Por eso dejamos
de hacerlo.
Recién en el año 2003 propuse a otros
obstetras, reiniciar esta actividad con
la nueva consiga de reunir a los abuelos y sus hijos con la denominación
de “Encuentros con padres y abuelos”, al final de los encuentros de preparación para el parto y nacimiento de sus
pacientes. Nuevamente la respuesta a nuestra oferta resultó asombrosa. Los
abuelos relatan sus temores, dialogan ampliamente en grupo con sus hijos,
disipan fantasmas, esclarecen dudas y desde lo más profundo de sus sentimientos
establecen un diálogo imaginario con el nieto por llegar, que será el receptor
de sus mensajes genéticos y el continuador de su propia genealogía.
Nuestra experiencia es cada vez más
enriquecedora y sabemos que ponemos a disposición de las familias una fina herramienta de prevención. Intentamos evitar
los malentendidos y favorecer el acercamiento generacional, para contribuir al
mejor nido familiar para la llegada del nuevo miembro.
Con la intención de seguir apostando cada día
más a los recursos que optimicen la salud, ahora realizamos “Grupos de
contención y orientación para abuelos”, donde en grupo con sus padres en edad y
circunstancias de la vida, vuelcan todo lo que guardan en su corazón en estos
momentos de la vida, procesando entre todos el pasaje a esta etapa, aprendiendo
a disfrutar de este precioso vínculo con sus nietos.
Bibliografía
· Andrés H.: “El abuso como segregación”.
Revista de Gerontología N*1. 1987. La Plata. Argentina
· Aguiar, Elina: “Cuando la emigración
irrumpe los vínculos de familia y pareja”.
Actualidad Psicológica. Bs. As. Junio 2004
· Aizen R y otro: “El maltrato a los
viejos: un síntoma social”. Rev. de la AAPPG. N º 3-4 / 1991. Bs. As.
· Daichman L.: “Abuso y vejez:
victimización de los ancianos”.Cuadernos de Gerontología. N* 4,5 y 6. 1989. Bs.
As.
· Leichner S.: “Algunas consideraciones
acerca de la Teoría de la Desvinculación”. Rev. Medica de la Tercera Edad. Nº
6. 1985. Bs. As.
· Moragas R.: “Gerontología Social”. Herder. Barcelona. 1995.
· Salvarezza, Leopoldo:
“Psicogeriatría”. Paidós. Bs. As. 1988.
· Rolla, Edgardo: “Senescencia”.
Editorial Galerna. Bs. As.
· Videla, Mirta, Sas, Mario y Leyderman,
Susana: “La mujer, su climaterio y menopausia”. Ediciones Cinco. Bs. As.
· Videla, Mirta: “Otoño de mujer,
menopausia y después”. Ediciones Cinco.
Bs. As.
· Videla, Mirta: “Maternidad, mito y
realidad”. Nueva Visión. Bs. As.
· Videla, Mirta: “Prevención”. Ediciones
Cinco. Bs. As. 1995
· Videla, Mirta: “Los derechos Humanos en
la Bioetica”. AD:HOC. Bs.AS. 2001
· Videla,
Mirta: “Credo por la ternura en tiempos de violencia”. Ed. Koyatun.
Bs.As. 2010
· Videla, Mirta: “Los abuelos también se
preparan”. El Pagina Web: www.mirtavidela.com.ar
LIC.MIRTA VIDELA
PSICOLOGA CLINICA
Mirtavidela40@gmail.com
15 5563 5886
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su comentario