12.9.16














acerca de LOS abuelOS

Mirta videla





Los adultos mayores     



   El refrán popular de “viejos son los trapos”, es con lo que suelen responder las personas mayores tratadas como tales. La cultura imperante en este siglo y la mitad del siglo pasado, colaboró en describir a la gente de edad como seres torpes, inferiores, indefensos, incapaces de creatividad o entusiasmo y absolutamente carentes de pasiones. Si el lenguaje dice de nuestros valores y sus significantes, el mejor ejemplo de ello es el diccionario Salvat, que considera como sinónimos a “vejez, ancianidad, senectud, senilidad, decrepitud, longevidad, caducidad, chochez, vetustez, ocaso y decadencia”. Todo esto responde a una sociedad  donde el valor más preciado es la juventud, identificada con fuerza, potencia ilimitada, eficacia e inmediatez.

  Aunque existen intentos de propuestas diferentes, aun es bajo el volumen necesario para levantar voces que recuerden que el transcurso de los años también conlleva mayor paz y serenidad, tolerancia, ternura, sabiduría, crecimiento interior, enormes posibilidades de amores no posesivos, capacidad reflexiva hacia sí mismo y los demás, desapego material, simplicidad voluntaria en el estilo de vivir, profundidad, creatividad  y mucha paciencia.

   Desde la perspectiva social actual los mayores están excluidos de la dinámica familiar cotidiana, como también despojados de protecciones adecuadas en salud pública, castigados en los sistemas privados con aumentos arbitrarios de sus aportes por la edad, de jubilaciones y pensiones humillantes, marginados de los espacios sociales, descalificados en su saber natural, con lo cual es natural que se retraigan y se enfermen más, y se desapeguen de la vida prematuramente.

   Es común que esto los arroje hacia los más oscuros laberintos de la miseria humana, la que no queremos reconocer cuando nos muestran las imágenes de los geriátricos o las escenas del deterioro mental de los psiquiátricos para ancianos. Es muy difícil pelear y ganar la batalla contra el “arrinconamiento” emocional con que castigamos a nuestros mayores. Pero es necesario, para seguir viviendo con dignidad, que dejen de sentirse socialmente desvalorizados y físicamente inservibles.

 Es bueno que hablemos sinceramente acerca de la realidad y el mito del deterioro de las personas de edad avanzada, los reales o potenciales abuelos. Los estudios vinculadas al deterioro de capacidades intelectuales en la senectud no son acertadas ni bien fundamentadas. Se acepta que hay un mantenimiento de todas las funciones intelectuales y afectivas hasta los 60 años, pequeñas disminuciones desde los 75 años y algunas pérdidas a partir de los 80 años. Aunque algunas “averías” se producen, las causas determinantes y las predisponentes son muy variadas y absolutamente subjetivas. Se envejece como se ha vivido y eso es diferente en cada persona, resultado de cada historia,   cada biografía particular. Llegamos al final el camino según como lo hemos transitado.

  Para las personas que tuvieron una vida intelectual activa, es doloroso advertir que se acostumbra a valorar solo la inteligencia en los mayores y en muy pocas ocasiones se destaca el valor de la experiencia y la acumulación de conocimientos, que se denomina saber y les otorga la ineludible categoría de sabios. La capacidad intelectual se correlaciona con las relaciones sociales y con los afectos, resultando con frecuencia nada fácil valorarlo, porque por lo general “lo esencial es invisible a los ojos”.

   Las personas mayores necesitan aprender a vivir con la realidad de lo que poseen, renunciando al afán joven de buscar cada día poseer algo más. Posiblemente nunca mejor momento como para sumarse al movimiento denominado como “simplicidad voluntaria”, que propone y promueve vivir con el menor consumo y la mayor paz y placer posible, sólo que por una razón evolutiva estos son tiempos en realidad de “austeridad necesaria”, sobre todo en nuestro país.

 Dicen que los mayores son el tiempo que les queda por vivir. Pero cuando pasan los sesenta, es muy difícil vencer la epidemia de bulimia emocional que les ataca. La conciencia del tiempo que se acaba, por momentos desencadena brotes de melancolía, de oscuros pensamientos con los que abruman a los demás, especialmente a los hijos y nietos .Se hace necesario rescatarlos y volver a sacarle lustre a los tiempos hermosos vividos y también sacarle viruta a la ruta por la que aún transitan pudiendo vivir otros semejantes.

 La gente mayor suele encerrase en “su casa”, con sus objetos que representan cada momento del tiempo pasado y ya vivido. Otros siempre encuentran algo para hacer dentro de las cuatro paredes, en este refugio que los  mantiene como  en proyecto permanente. Las mujeres suelen comentar entre ellas “siempre hay algo para arreglar en la casa”. Hay un proverbio turco que afirma  “en la casa terminada es  donde se deja  entrar  a la muerte”.




Los mayores se hacen abuelos.



  Lo único que revitaliza la posibilidad de seguir experimentando anhelos, los impulsos que quedan, ese “todavía” de cada uno para seguir esperando con ansiedad la plenitud soñada y continuar encendiendo el motor del deseo inconsciente, es el momento en que nos comunican que seremos abuelos. Precisamente porque la abuelitud es la hora de prolongar el tiempo propio y la energía renovada,  se trata del maravilloso encuentro entre la  piel de elefante y la piel de durazno, de los enanos en los hombros de gigantes. Así y de ninguna otra manera renovamos la potencia que nos mantiene en la carrera de nuestra existencia inevitablemente finita.

  Pero no todos acceden de la misma forma, hay algunas personas mayores que no pueden vivirlo de esta manera y les invade un sentimiento de involución o decadencia cuando saben que serán abuelos.

  Ser abuelos es una nueva situación vital, casi un nuevo status al que hay que asumir superando ambivalencias y contradicciones, posiblemente tan fuertes como las que conllevara el ser padres. El primer intento es querer ser padres de nuevo y disfrutar con nuestros hijos, quizá ya un poco alejados, de los nietos, recordando o imitando nuestra propia paternidad o maternidad.

  La calidad de esta etapa de “abuelitud senescente”, dependerá del cómo se han vivido todas las etapas vitales, porque se envejece según como se ha vivido, de la misma forma que se ama según la forma en que fuimos amados. Para el psicoanalista Edgardo Rolla, un "viejo es aquél que anuló si capacidad de aprendizaje y que solo se conecta con el mundo a través de la enfermedad, a diferencia del senescente, en que su tercera edad es un período más de la vida y representa un continium, porque se envejece como se ha vivido”.

 Ser abuelos no es sinónimo de ser viejos, decrépitos ni inservibles, sino senescentes, es decir personas mayores en plena actividad y con capacidad de proyectos y aprendizaje de situaciones nuevas. Todo ello pese a que nuestra memoria inmediata es un poco más frágil, pero agudizada la histórica, que nuestra visión requiere de algunos retoques,  la agilidad ya no permite acrobacias y a veces tenemos disminuida la audición. Pero hay un cúmulo de experiencias, de saberes cumulados, de sentimientos desbordantes, todo y más para ofrecer a los retoñitos nuevos de nuestro árbol familiar.

 Las personas mayores deben aprender a ser abuelos tanto como los jóvenes a   ser padres, porque nadie nace sabiendo una función, que se basa en un sentimiento y la practica de ese rol. 

Toda la familia necesita además conocer las necesidades y derechos de los abuelos de la familia, como también desarrollar conductas que favorezcan su activa y sana participación en el papel como tales.

 Las personas mayores necesitan mantener su autonomía en su propio espacio vital, por pequeño que sea  pero propio. Esto significa que disponga de un tiempo para sus intereses, trabajos, amistados y afectos extrafamiliares, tratando de no transformarse en abuelos full time.

 Uno de los malentendidos frecuentes suelen ser la necesidad de los abuelos de proponer sus formas de crianza y educación hacia los nietos, sin advertir que son los padres quienes deben decidirlo. Esto es motivo de roces y enfrentamientos, por general  evitables, si se puede entender que lo único que no puede ser transplantado en la vida humana, es la experiencia. Los padres jóvenes deben hacerla y es propia, particular y no puede ser igual a la de sus padres, en este caso abuelos. Generalmente las madres en puerperio están con sus defensas bajas y la autoestima poco sólida, por lo que les cuesta a veces tolerar las intromisiones bien intencionadas de madres y suegras. Más adelante se aconseja no desautorizar ni descalificar a los abuelos delante de los nietos, ya que este modelo se inscribirá en el psiquismo de esos niños, futuros padres y también algún día abuelos.

  Los abuelos no educan ni normatizan a los niños, esa es una función paterna. En todo caso solamente sostienen lo establecido por los padres, aunque no concuerden con ellos, buscando no generar mensajes contradictorios hacia los niños, razón básica de conflictos posibles en su salud mental.

 Existen circunstancias especiales por la que los abuelos deben hacerse cargo inevitablemente de sus nietos. Muchas veces la causa es la ausencia de uno o dos de los progenitores, por causas traumáticas, como muerte, cárcel,  enfermedad postrante o desaparición forzada. Nuestro país sabe muy bien de la lucha incansable de esas Abuelas (con mayúscula) de pañuelos blancos que fueron despojadas de sus hijos desaparecidos y sus nietos apropiados, a los que van recuperando poco a poco. Serán por siempre un símbolo nacional e internacional del amor de las abuelas hacia sus nietos, a los que no les dieron la vida pero les recuperaron la identidad.



Funciones acordadas de los abuelos.



   En términos generales se considera que la abuelitud posee dos grandes áreas del desenvolvimiento:


1.Función lúdica y recreativa.



 Se trata de la segunda oportunidad para vivir lúdicamente una relación con niños. Precisamente la que no se puede mantener con los hijos, en razón de la tarea de educar, trasmitir valores y poner límites .Esto debe acompañarse del derecho a un espacio vital propio y adecuado para los abuelos, donde los juegos no pongan en riesgo a ninguno.

  A veces los adultos tienden a tratar a los abuelos, personas mayores por lo general, como si fueran chicos con la excusa de que “chochean”. Esto enoja y descalifica a los abuelos frente a sus nietos. En lugar de ello siempre se recomienda que los padres no dejen que los nietos se pasen en sus demandas de juego, más allá de las posibilidades reales de sus abuelos. Por ejemplo una visita semanal al zoológico es importante, pero más de esa frecuencia es agobiante. Dar de comer a los gansos es divertido pero correr tras ellos arrastrados por sus veloces nietitos, posiblemente ya no lo sea.  Muchos nietos se transforman en tiranos de sus abuelos.

 La recreación más adecuada entre nietos y abuelos son los juegos de mesa, los que impliquen creatividad gráfica, plástica, musical, narrativa, teatral y muchos otros de acuerdo a las aptitudes de cada uno. Será difícil que un  niño se olvide los paseos al zoológico y los momentos en que la abuela los disfrazaba o maquillaba. También los paseos al cine, al teatro, las masas con harina, la plastilina de colores  y la cantidad de pegatinas y figuritas que les compraban.


2.Transmisión de la memoria y adquisición de nuevos saberes.



  Los padres no poseen tiempo suficiente para sentarse a contar muchas historias. Pero demás no son poseedores de ese tesoro que conforma la memoria del pasado, precisamente porque son más jóvenes. A ellos mismos les resuelta “pesado” el padre que les relata todo lo de antes, pero no pasa lo mismo con los nietos, que se sienten fascinados con las biografías y anécdotas que les cuentan sus abuelos. Sus antepasados pasan a ser otros héroes o superhéroes, como las de todos los cuentos que les leen sus abuelos. Pero al experimentar que ellos son sus parientes y que llevan sus genes y mensajes sanguíneos, los coloca en un éxtasis indescriptible.

   Los abuelos son un libro abierto, hablado pero no escrito. Gracias a que ellos facilitan su lectura a los nietos, es que se transmite, se conserva y se preserva la cultura de la cual ellos forman parte..El espacio del dialogo sobre datos familiares o históricos, estimula el aprendizaje juntos, de los abuelos y sus nietos, de conceptos nuevos para  las dos generaciones. Esto favorece el reconocer en los abuelos la capacidad de seguir creciendo en aprendizajes, no limitando sus capacidades a solo el relato o acumulación de  datos de lo que fue historia. Los abuelos son también  así estudiantes  y este aprendizaje y constructores de un reloj de la vida entre abuelos y nietos, una autentica construcción compartida de la historicidad.

La transmisión de los abuelos de experiencias, situaciones vividas y recuerdos diversos de otras épocas y de otras geografías (en ocasiones muy diferentes y lejanas)les facilita a los nietos en penetrar en universos no vividos y adueñarse de la memoria del pasado.

  Los abuelos muestran fotos que ellos piden volver a observar una y mil veces, sin advertir que están recibiendo el patrimonio del pasado, insertándose en una genealogía de la que forman parte. El árbol familiar tiene un nuevo retoñito, que está comprendiendo esto de “ser parte de”, el sentimiento de pertenencia que solidifica la subjetividad.

 Los nietos les muestran a sus  abuelos los vericuetos de las tecnologías últimas, los hechos nuevos y desconocidos para las personas mayores. Se produce de esta manera un aprendizaje intergeneracional, netamente vincular, de ida y vuelta como los describían José Bleger y Enrique Pichon Riviere .Concordemos en que la vida es un aprendizaje permanente y cuando esto ya no es posible acontece la muerte. Alguien dijo que después de ser paridos, crecemos y maduramos porque tenemos raíces, en base a las cuales somos empujados hacia arriba y sostenidos desde abajo. Esa es le mecanismo del desarrolla de la vida y las generaciones.

 Es posible que acontecimientos actuales como la globalización, las guerras por poder y dinero, los genocidios ideológicos, las amenazas del cambio global de temperatura terrestre, los cambios en los usos sexuales, el bastardeo de los Derechos Humanos, los abusos y explotaciones de todo orden, las modificaciones, amputaciones y ampliaciones familiares y otros temas, vayan cambiando a la humanidad. Pero hay hechos certeros e inamovibles, uno de ellos es que siempre habrá abuelos y nietos, un vínculo de mutuo amor, aprendizaje y crecimiento desde el inicio hasta el final de la existencia humana.

   Dentro de las variables e los comportamientos familiares, suele pensarse que “todo tiempo pasado fue mejor” y los abuelos opinar “en mis tiempos si que se hacían bien la cosas con los hijos”. Esto se contrapone, con las versión clásica de: “las ideas de la abuela son  anticuadas  y absurdas”.

 Estos frecuentes malentendidos desencadenan enfrentamientos, resentimientos y grietas profundas en las relaciones intergeneracionales. Por esta razón hace más de cuatro décadas que venimos realizando los “encuentros multifamiliares” o los “encuentros con los abuelos primerizos”, dentro de los clásicos cursos de preparación para el parto.



Situaciones familiares especiales de los abuelos.


1.Madres  que  delegan” su función en sus madres o suegras.



   La maternidad sitúa a la mujer con procesos de consolidación en su identidad de género, especialmente con las funciones maternales experimentadas en su crianza con su propia madre. Se llega a ser madre según fueron con uno mismo. Se ama en gran parte con la calidad del amor recibido.

  Muchas mujeres asumen su maternidad con muy poca madurez para desempeñarla. Les es imposible aceptar que el hijo gestado es Otro ser humano, diferente a ellas mismas, con deseos, necesidades y derechos peculiares, de los que debe dar cuenta y responder adecuadamente. Esto es independiente de la edad evolutiva, porque hay madres adolescentes complemente maduras para serlo y hay mujeres adultas con absoluta falta de aptitud para el maternaje.

 Sin incluir acá el tema del abandono, que hemos desarrollado en otros trabajos con amplitud, deberemos decir que la madre inmadura que delega totalmente el cuidado y educación de su hijo, en otras mujeres mayores de su familia, está también abandonando en cierta forma al hijo gestado. Esto se refiere a mujeres que no trabajan ni tienen necesidad de ocupar su tiempo en nada fuera de su hogar y sus hijos, pero que sin embargo “depositan”  a sus hijos con sus abuelas.

 Generalmente esto sucede con abuelas que no son consultadas previamente y sus hijas o nueras disponen de sus vidas y sus tiempos de manera arbitraria. El rol de la mujer ha cambiado en los últimos decenios, ya no está confinada por prohibición a las actividades extra hogareñas, pero esas mujeres que comenzaron esa autentica revolución de género, hoy son las abuelas que reciben a sus nietos sin ser consultadas o escuchadas.

 Antes la esperanza de vida de las mujeres no superaba los cuarenta y cinco años, hoy estamos llegando a casi los noventa y muchas con plena claridad y capacidad mental, social y afectiva. La vida de las mujeres ha cambiado, pero muchas madres jóvenes siguen decretando la jubilación social y sexual de sus madres, para que se ocupen de sus propios hijos. Arbitraria e injusta visión de la vida familiar, por cierto.

  Muchos países, como el nuestro, carecen de los jardines maternales y guarderías necesarias, para hacerse cargo profesionalmente y adecuadamente, de los niños cuyas madres deben trabajar. En esos casos son los abuelos, especialmente las abuelas, quienes se hacen cargo totalmente del cuidado y de la educación de los nietos. Pero no podemos negar que esto es un sobre esfuerzo en una función para la cual ya no se pueden desempeñar. No tienen la fuerza corporal, la elasticidad muscular, el sostén óseo, la atención permanente, los conocimientos actuales indispensables, el tiempo para el sueño y el descanso adecuado para su edad, la salud impecable y por sobre todas las cosas el deseo de vivir su propia vida de adulto mayor, con derecho a todos los afectos y placeres, que no son solamente los de ser abuelos.

 Algunos autores han dado en llamar a estos hechos como el “síndrome de la abuela esclavizada”,  posiblemente en resonancia con aquella madre sacrificada y abnegada que vivía “para” y “por” sus hijos.

 Trabajamos con las parejas jóvenes en grupos antes del nacimiento, ayudándoles a no olvidar donde empiezan sus necesidades y acaban las de sus padres mayores. La razón de que los abuelos no se quejen ni protesten, les parece que siempre es estar contentos de estar con sus nietos todas las horas de todos los días de la semana, pero esto no quiere decir que deba asumir un rol que ya hizo y que ahora le corresponde a los padres .No pueden ni deben hacerlo. No les hace bien a los niños, a los padres ni tampoco a los abuelos. Con excepción de casos de extrema necesidad.

  Es diferente ayudar o colaborar cuando se lo requiere o necesita. Otra diferente asumir el rol de” padres abuelos”.Tarde y temprano aparecerán los mal entendidos, las contradicciones o las desmentidas en los mensajes de ambas generaciones y quienes pagarán los platos rotos de estos errores, serán los niños así verdaderamente “mal criados” por sus padres.


2.La omnipotencia de los “superabuelos”.



  Veamos ahora la perspectiva de estos abuelos que aceptan sin decir ni mu, el papel falso de padres de sus nietos, postergando sus propias necesidades a un extremo total.

 Observamos esta conducta en algunos adultos mayores jubilados o que nunca trabajaron o no tienen nada que hacer con su tiempo libre, que se sienten perdidos frente a la exogamia natural de los hijos. No solo les ataca el “síndrome del nido vacío” sino de la absoluta falta de sentido a sus vidas, que no pudo ser desarrollada en horizontes más allá del trabajo y los hijos.  Como no lograron retener a los hijos, depositan en el rol de los superabuelos full time, sus necesidades afectivas no satisfechas.

 Una persona mayor necesita de sus pares, personas de su misma generación, con quienes por lo general elogia o se queja de sus hijos o se lamenta de sus molestias de la edad, sabiendo que será bien entendido y no censurado. También necesita compartir experiencias semejante de ocio y tranquilidad, sentirse querido, acariciado, amado, atendido, mimado y escuchado aunque repita mil veces las mismas cosas. Nada de esto es posible cuando su omnipotencia les lleva a querer ocuparse de los nietos todo el día y situarse en el lugar imaginario de volver a ser padres.

  Las personas de edad avanzada suelen caer en esta trampa. Porque viven el jubilarse como el morirse y al sentirse inútiles e improductivos, sin su lugar en el mundo de reconocimiento social, buscan en esta función de superabuelos el objetivo final de sus vidas. Gran error, sobre todo si sus mismos nietos soportan esta carga y esa enorme responsabilidad. También una gran frustración cuando este vinculo de extrema dependencia con sus nietos, se rompa al crecer los mimos y alejarse.

 Florencio Escardó me decía cuando corregía los originales de mi primer libro que prologó en 1973 “ahora las abuelas ya no son material disponible a voluntad para sus nietos, porque tienen sus propias actividades personales y sociales  y desean seguir disfrutan de sus vidas y de sus posibilidades de dicha como mujeres”. Tenía mucha razón.



Los nietos lejanos, imaginaria y dolorosa abuelitud.



  Las relaciones familiares se sustentan en la construcción de proyectos compartidos y de ilusiones mutuas. Si agregamos a esto la versión acerca de “el amor se hace de presencias y se agota con las ausencias”, podremos llegar melancólicamente hacia el refranero que nos segura “partir es morir un poco”. Esto es verdad en parte, porque quien se va, al retornar ya no será el mismo, pero no podemos mantener congelado al que parte, como construcción retentiva de nuestro imaginario. De la misma forma que el emigrado supone que todo quedó detenido en el tiempo cuando el se fue. Son ambos mecanismos de defensa frente a la angustia que genera el dolor por las pérdidas.

   Es necesario procesar el duelo por el que emigró y también éste aceptar que ha dejado a su país y que ya no volverá a ser el mismo .Se requiere tener agallas y un amor suficiente como para vincularnos con los hijos lejanos y con nuestros nietos de otra nacionalidad, hasta hablándonos en  otros idiomas. Ellos necesitan instalarse y adaptarse al nuevo lugar, las nuevas costumbres, otras culturas y otros códigos sociales.. Pero esto no es posible si se sienten culpabilizados y arrastrados hacia lo que dejaron atrás, sobre todo si lo hicieron por decisión propia y no por emigración forzada para salvar la vida del hambre o la persecución ideológica o política.

    Vivimos en un país construido sobre movimientos emigratorios internos y externos. Nunca hemos sido compartimentos estancos ni tierra firme de un solo horizonte, salvo la de los habitantes originarios que también debieron ir y venir dentro de este extenso país, para poder sobrevivir o arrastrados para ser explotados.

  La emigración es un reto para todos sus implicados, los que se van y los que se quedan, como también los nuevos que nacerán lejos, los nietos. Se comprueba hasta donde se puede tener capacidad de adaptarse a situaciones nuevas, tanto del que se va como del que se queda. Este desarrollo de capacidades yoicas, debe hacerse procesando de a poco este cambio, aunque algunos buscan grupos de autoayuda, que no hacen mas que reforzar el duelo, convirtiéndolo en un síntoma lloroso y melancólico.

El vinculo abuelos nietos, debe ser alimentado a pesar de la distancia, con una mayor  responsabilidad en el rol de transmitir la memoria. Esta vez será además enseñar la historia nacional y regional, informar acerca de la cultura y la  biografía del hijo emigrado, progenitor de los nietos. Construir álbum de fotos, llamar periódicamente por teléfono, escribir y enviar correos electrónicos, enviar pequeños regalos, es una forma de mantener en los nietos la presencia del amor de los abuelos distantes.

  Los abuelos ante la ausencia incontrolable de esta rama familiar, con frecuenta se vuelcan hacia otras ramas de ese tronco, parientes con los que no se veían, actividades abandonadas y visitas a lugares y actividades recreativas. Porque se aconseja transformar esta ausencia en una posible fuente de energía, que motorice hacia la realidad de lo posible.



Prevención de conflictos familiares: grupos de encuentro familiares



Hace varias décadas comenzamos a realizar “Encuentros multifamiliares” con  equipos interdisciplinarios de Preparación Integral para la Maternidad. Aquello resulta una experiencia maravillosa que reune a muchas personas, entre las parejas primerizas y sus padres, hermanos mayores y otros integrantes de la familia, la consigna era que invitaran a todo el que tenía influencia directa sobre el recién nacido por llegar. Nuestra innovación marcó un hito con los clásicos cursos de preparación al parto o del parto sin temor o sin dolor. Habíamos introducido la dimensión social y familiar en el acontecimiento del nacimiento humano.

 Desgraciadamente el terrorismo de estado que sobrevino en nuestro país en 1976, llevó a transformar en sospechosa nuestra actividad para los halcones de la muerte. Eran “reuniones raras” de muchas personas y todo eso estuvo prohibido bajo el riesgo de ser considerado como subversivo y poner en peligro nuestra libertad o nuestra vida. Por eso dejamos de hacerlo.

  Recién en el año 2003 propuse a otros obstetras, reiniciar esta actividad con  la nueva consiga de reunir a los abuelos y sus hijos con la denominación de “Encuentros con padres y abuelos”, al final de los encuentros de  preparación para el parto y nacimiento de sus pacientes. Nuevamente la respuesta a nuestra oferta resultó asombrosa. Los abuelos relatan sus temores, dialogan ampliamente en grupo con sus hijos, disipan fantasmas, esclarecen dudas y desde lo más profundo de sus sentimientos establecen un diálogo imaginario con el nieto por llegar, que será el receptor de sus mensajes genéticos y el continuador de su propia genealogía.

 Nuestra experiencia es cada vez más enriquecedora y sabemos que ponemos a disposición de las familias una fina  herramienta de prevención. Intentamos evitar los malentendidos y favorecer el acercamiento generacional, para contribuir al mejor nido familiar para la llegada del nuevo miembro.

 Con la intención de seguir apostando cada día más a los recursos que optimicen la salud, ahora realizamos “Grupos de contención y orientación para abuelos”, donde en grupo con sus padres en edad y circunstancias de la vida, vuelcan todo lo que guardan en su corazón en estos momentos de la vida, procesando entre todos el pasaje a esta etapa, aprendiendo a disfrutar de este precioso vínculo con sus nietos.





Bibliografía

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·        Videla, Mirta: “Los abuelos también se preparan”. El Pagina Web: www.mirtavidela.com.ar

LIC.MIRTA VIDELA

PSICOLOGA CLINICA

Mirtavidela40@gmail.com

15 5563 5886

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