DERECHO A PARIR Y NACER CON RESPETO
Y EN LIBERTAD
Lic.MirtaVidela
Dr. Gustavo Katz
“Y Dios dijo a la
mujer:
multiplicaré tus preñeces,
multiplicaré tus dolores,
con dolor darás tus hijos a luz,
te sentirás atraída con ardor por tu marido,
pero él te someterá”.
Génesis. Antiguo Testamento. Cap. I, V y XVI
Nosotros venimos
sosteniendo que la salud es un derecho humano social básico e universal, y su
apropiación es un camino hacia la mayor libertad humana. Esto se vincula plenamente con los procesos vitales del parir
y del nacer, donde la libertad del proceso en acuerdo a las potencialidades y
deseos de cada uno, aún no es posible para todos, porque bajo pretexto de
considerarlo como enfermedad, se le medicaliza y tecnifica sin necesidad en
estos hechos naturales. Se decide por la embarazada y su hijo, el tiempo y
forma de esa separación de la simbiosis uterina, impidiendo el pleno protagonismo de la mujer
en el acto sexuado y normal de parir y del nacer del hijo y el acompañamiento
activo del padre.
Desde los inicios de
la existencia humana, las personas han tratado de bucear en las causas de sus
males y mecanismos de su funcionamiento
corporal, relacionados con el comienzo y el final de la vida. Esto varía según
los significados individuales y sociales, según la esencia misma de cada
cultura. En nuestra cultura ha ejercido influencia la interpretación punitiva
de la enfermedad, soportando pasivamente el sufrimiento, como forma de
expiación de sus supuestos pecados. Con frecuencia en sala de parto, algunas
mujeres dicen ante el dolor “¿qué hice yo para merecer esto?”. También algunos
miembros del equipo de salud le dicen “aguantá, que el dolor te hará más madre”
o “cierra la boca y soportá, por ser
mujer”.
Estas concepciones
implican una ideología causalista, donde la
mujer es pasiva y sin posibilidades de reacción, a expensas de los
abusos del poder. Su representación más acabada son las palabras del obstetra
francés Lamaze, padre de la
Psicoprofilaxis Obstétrica, cuando
decía “una mujer bien preparada es una bien educada, que guarda silencio total
en el parto y obedece las indicaciones
del médico”. La más cara expresión del autoritarismo y del abuso de poder del
saber médico en siglos pasados. Luego de
su visita al país, fue imitado por la mayoría de los obstetras argentinos,
docentes universitarios y jefes de servicio hospitalarios, a mediados los años
cincuenta del pasado siglo.Esas huellas
hemos tratado de borrar en los cincuenta y pico de años que tabajamos juntos.
Nuestra intención es la dignidad del nacimiento
Nuestra primera
intención al escribir juntos, es de comunicar nuestras experiencias con el
parto y nacimiento acuático. Pero
recientemente nos dimos cuenta
que nos reducíamos a un solo aspecto de lo que intentábamos compartir. Sobre
todo corriendo el riesgo de hacer de nuestro quehacer un producto más del
mercado de salud. Deseamos hablar del derecho a parir y a nacer en dignidad y
en plena libertad, una frase que define
una concepción analizada y compartida por ambos, médico y psicóloga, acerca del parto y el nacimiento,
con todos los significantes que comporta esta experiencia de ese ser humano que asoma a la vida con
nuestra colaboración. Se trata de una
visión transdisciplinar, debido a que es el resultado de más de cinco décadas
de trabajo en medicina y psicología, compartiendo experiencias, en la búsqueda
de un cambio profesional e institucional del nacimiento. Depositarios de
experiencias sumadas en lo público y privado, buscando superar dualidades de la
ciencia y las frecuentes fantasías de propietarios del saber, inherentes a cada
profesión. Transdisciplina es una concepción más actual en la revisión del
camino del pensar para hacer y del hacer para pensar. Se trata de un
pensamiento nómade con un intercambio e interacción, un “libre tránsito” de
saberes, para ser atravesado por conocimientos de otros.
El instrumento
metodológico apropiado es el trabajo con otros, grupal y compartido, que en
ocasiones hasta resulta doloroso, como decía Pichón Riviere, porque llegar al
“co-pensar” con otros se renuncia al protagonismo narcisista. Esta propuesta
sostiene salirse del lugar de las certezas y del idealismo ingenio, con el sentido de obtener una verdadera
convergencia de los saberes.
Estas páginas son
una intención de dejar escrito un testimonio que facilite a otros un “acabado
fino” en nuestra construcción, de una forma de seguir siempre buscando la plena
condición humana de la libertad, en el marco de la dignidad y el respeto hacia
la mujer, como de la intimidad de la pareja, para lograr la dicha de experimentar conscientemente el sentido del
dar la vida y del poder llegar a la vida en estas condiciones.
Hemos transitado
varias décadas para lograr la legalización y constitucionalidad nacional,
aunque a nuestro criterio en los últimos años se ha perdido la noción de los
valores humanos, transgresión aún mayor cuando esto sucede ante el nacimiento
de un ser humano y el hecho más transcendente de la sexualidad de una mujer, el
dar a luz un hijo. Por eso le agregamos
a la dignidad y la libertad, también con
respeto y con amor, algo tan elemental y sin embargo tan ausente de muchas
salas de parto, que suelen funcionar más bien como “parideros” como dicen los
españoles.
Nos parece necesario
aclarar que constantemente nos referíamos al parto y nacimiento en el agua como
una opción y no una devoción, precisamente porque nuestra conjunción
transdisciplinar nos ha permitido entender que todo método no es aplicable a
toda mujer, no es generalizable, ya que entendemos al parto simplemente como
una conducta humana como cualquier otra, de acuerdo a cada mujer y su
biografia.
Parir es separarse
del niño gestado en el útero, cada mujer posee un tiempo, un ritmo y un estilo
personal para romper esa simbiosis fetal, bipersonal, construida en los nueve
meses del crecimiento y desarrollo uterino del niño. Pero esta opción no es general sino bien más diferencial, ya que permitir parir a una mujer y a su hijo
nacer en plena libertad, no es aceptado por todos los profesionales, ni las
instituciones médicas ni los sistemas de salud, públicos o privados.
Estábamos muy lejos
de proponer nuestra tarea como modelo o panacea, tanto como la de quienes proponen hoy “parto
suave”, “parto ecológico”, “parto natural” o la concepción de Leboyer sobre
“nacimiento sin violencia”. Estos son modelos para adoptar, propuestos por la
obstetricia actual, que no siempre tienen en cuenta las variables individuales,
las múltiples facetas de la
subjetividad. Muchos opinan que todas estas propuestas forman parte de un
“volver a la naturaleza”, pero teniendo
en cuenta que el parto es un comportamiento sexual, en tanto la sexualidad
humana continúe atada a tantos tabúes y prohibiciones, el parto seguirá siendo
un resultado de ello y por lo tanto el dolor seguirá acechando a las mujeres
pariendo. Finalmente hablar de la
“humanización del parto”, es una simple redundancia, pues el parto siempre fue humano, lo que no serlo es el
comportamiento de algunos los equipos de salud que lo asisten.
Partimos del concepto
básico, que considera a la persona no como una biología manipulable
técnicamente, sino como una biología atravesada por su biografía. Por lo tanto
el alumbramiento del ser humano no es sólo alumbramiento carnal, sino también
simbólico, alumbramiento es lenguaje”. Cada cuerpo habla y nos dice de su
registro histórico, de su forma de amar, de gestar y sus posibilidades de parir
Deseamos aclarar que
no se trata de una experiencia mística, snob, de moda, tampoco esotérica, sino simplemente una
forma de respeto por los derechos y los sentimientos de una mujer pariendo, de
su hijo en nacimiento y de su pareja, el padre del niño, participando activa y
plenamente del hecho. Siendo esta propuesta tan sencilla, es notable la
resistencia que genera en el orden médico y las instituciones del nacimiento.
Deseábamos y
hacíamos todo lo posible para que no siga siendo una posibilidad de un solo
sector social, una opción de elite, en la medida que se les permitiera hacerlo
en los hospitales públicos, cerrados a
esa posibilidad, afortunadamente ya está ocurriendo en algunos. Estamos
convencidos que iniciar experiencias aisladas en un sector o servicio de un
hospital no es suficiente, porque hace falta una reforma total del sistema
hospitalario, condición que requiere de un cambio en la formación académica del
equipo de salud, médicos, enfermeras, obstétricas y demás auxiliares.
Desde hace varias
décadas las mujeres vienen intentando recuperar el protagonismo que la
obstetricia les robara, imponiéndoles posiciones de enfermas, control de sus
tiempos y formas de separarse de su hijo
gestado, como también medicalización
indiscriminada. La maternidad no es una enfermedad y nuestra tarea es la de
facilitadores y acompañantes de un proceso en salud, de la que no somos los
protagonistas ni mucho menos los dueños.
Ya vamos por la
segunda etapa de nuestra batalla: restituir al padre su rol activo y
co-protagónico en el momento del nacimiento de su hijo. Propiciamos para ello
que el varón se involucre activamente, dejando su estado de “convidado de
piedra” que le otorgan los que lo “autorizan” desde el orden médico personal o institucional, para estar presentes pero
estáticos en la sala de parto. Su vital participación es ya
debidamente probado que estimula también su participación posterior responsable
en la crianza, con presencia responsable y constante de su función paterna,
junto a su mujer, madre del niño.
Hemos confrontado
con todo esto y también lo hemos
padecido ambos; fuimos por tal razón víctimas institucionales de las
exclusiones, descalificaciones y cuestionamientos desde el poder biomédico y
político, como además hasta objeciones de nuestros propios colegas. Esto nos recuerda a lo que dice el escritor Eduardo Galeano, respecto a que “los sudamericanos estamos hechos de maíz, por eso la diversidad de colores que tenemos
en el país, como todas las del maíz sudamericano. Dicen que nuestros dioses
andinos crearon a las personas para que los acompañaran, primero nos hicieron
de madera pero no éramos buenos, por eso nos hicieron de maíz. Pero aún quedan “gentes de madera” que
no se inmutan por nada ni se conmueven, porque no se mueven, como la madera.”
Pero nada es capaz
de convencernos en dejar nuestros principios y continuar trabajando por esos
objetivos. Seguiremos proponiéndonos favorecer que el parir y el nacer sean
vivencias de alegría, paz, creación compartida, plenitud, belleza, respeto y
compañía, es decir sin violencia y con respeto, libre elección de la posición
que desee, en el agua o fuera de ella, con su compañero, sin medicaciones
acelerantes que le roben el tiempo personal en cada parto, sin cirugías
innecesarias ni metodologias de violencia obstétrica como la episiotomía
indiscriminada, la enema, el rasurado y la violencia verbal acostumbrada de
antaño.
En nuestras
profesiones, la articulación transdisciplinar se produce cuando enfrentamos a
nuestro propio narcisismo y podemos corrernos del lugar del “yo”, para poder
situarnos en el de “nosotros”, una
verdadera artesanía es lograr acceder al co-hacer con otros. Desde esta
perspectiva es que comenzamos a trabajar en varios frentes, para lograr que
estos cambios nos conduzcan a crear con
otros, las condiciones propicias para el pleno ejercicio de la libertad
en el hecho más trascendente de la creatividad
humana.
Lic. Mirta Videla
Dr. Gustavo Katz
Psicóloga Clínica Médico Tocoginecólogo
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